Las plantas absorben la mayor parte de los
nutrientes que precisan (N, P, K,Ca, Mg,
S, Na, Cl, B, Mn, Zn, Cu, Fe, Mo) por vía radicular, es decir, a través de
sus raíces. No obstante, la mayoría de los órganos son capaces de absorber
nutrientes en forma iónica de las soluciones aplicadas. En general la capacidad
de absorción de nutrientes a través de
las hojas es relativamente baja, por ello la práctica de la fertilización foliar en la gran mayoría de los cultivos leñosos
debería emplearse como complemento y no como sustitución de la fertilización
vía suelo.
En el olivar
de secano, evidencias experimentales muestran que en
muchas situaciones (años secos, suelos muy calizos, etc.) el abonado foliar
puede ser un sistema muy eficaz para el suministro de nutrientes a la planta (Ferreira
y col., 1978; Navarro, 2003).
Sin embargo, en olivar de riego se recomienda que la práctica de la
fertilización foliar se emplee como un complemento a las aplicaciones de abonos
que, de forma programada, se realizan junto con el agua de riego.
No
todos los nutrientes son bien absorbidos por las hojas, la
tabla que mostramos a continuación establece una serie de rangos de absorción
foliar.
De los tres macroelementos más importantes desde el punto de vista
de la nutrición del olivar, el N
y el K
son muy bien absorbidos
foliarmente, y el P tiene una absorción muy aceptable. También
conviene tener en cuenta la alta o muy alta absorción de Na y Cl, lo
que debe suponer una llamada de atención para que seamos muy cuidadosos a la
hora de seleccionar el agua a utilizar en las aplicaciones foliares, ya que si
se emplean aguas cargadas de sales con alto contenido en NaCl
correríamos el riesgo de causar toxicidades. La calidad del agua
que se utiliza en los tratamientos foliares es importante para evitar
daños por toxicidad.
Por el contrario, tanto los nutrientes Ca
como Fe son muy mal absorbidos
foliarmente, especialmente el hierro, por lo que tendremos que recurrir, sin
más remedio, a las aportaciones al suelo o inyecciones al tronco para corregir
las deficiencias nutritivas.
Probablemente se trata del nutriente que
resulta más rentable en el olivar en la mayor parte de los casos. De igual
modo, cuando un árbol se encuentra bien nutrido en N
puede conllevar una falta de respuesta al abonado nitrogenado.
Existe un buen número de trabajos que han
puesto de manifiesto la gran respuesta que tiene el olivo a la aplicación de
este nutriente por vía foliar (Ferreira y col, 1978). En
dichos ensayos, la aportación foliar de urea al 2-3%
proporcionó muy buenos resultados en la nutrición del olivo cuando no se
abonaba el suelo con N, obteniéndose aumentos de producción en los
árboles tratados entre el 15 y el 20%. Dichas aplicaciones se realizaban fundamentalmente
en primavera, pudiéndose retrasar hasta
el momento de endurecimiento del hueso. Esta mayor producción es
debida a un mayor índice de cuajado de frutos y a la reducción de la caída de
aceitunas después del cuajado, al reducirse la competencia entre frutos por N
(Cimato y col., 1990).
Asimismo, se ha constatado un efecto
sinérgico de la urea sobre la absorción foliar de otros nutrientes como
el potasio, bastando en este caso con emplear
concentraciones de urea mucho más bajas, un 1,0% puede ser suficiente (Pastor y col, 2000). El
empleo de otras fuentes de nitrógeno no consiguió mejorar los resultados
obtenidos con la urea. Por otra parte, podemos encontrarnos con olivares cuyo
estado nutritivo no alcanza el nivel considerado como adecuado (contenido de N
en hoja inferior al 1,5 % sobre materia seca en el muestreo en julio). En
estos casos, además de una dosis de mantenimiento deberían aportarse cantidades
algo superiores a las referidas hasta corregir las deficiencias nutritivas. El
coste de la urea cristalina en el año 2020 es de 0,51 €/ kg, con riqueza en Nitrógeno
46%.
La deficiencia o carencia de Fósforo suele ser poco frecuente en olivar. Se han encontrado niveles bajos de P en olivares que vegetan en suelos calizos con niveles bajos P asimilable. Debido a ello, árboles muy productivos pueden acabar mostrando niveles bajos de este elemento en hoja cuando se realiza el análisis foliar, produciéndose finalmente intensas defoliaciones que empiezan a manifestarse en las ramas más viejas y en las zonas de las fincas en las que el suelo es de peor calidad (más calizo, menos profundo). La manifestación de esta sintomatología es especialmente preocupante en los años secos, afectando incluso a los olivares de regadío, lo que hace que sea recomendable la adopción de medidas correctoras. Cuando se han observado niveles bajos de P en hoja, es normal que simultáneamente se observen niveles relativamente bajos de N.
La fertilización P se
debería realizar en el mismo momento de los análisis foliares (P
< 0,1 %) sobre materia seca en muestreo en el mes de julio y de suelo, así
lo aconsejen. La corrección, a
corto plazo, de las deficiencias de P podría
realizarse mediante aplicaciones foliares de fosfato
monoamónico o fosfato monopotásico (1,25-2,0
%), teniendo
la precaución de no mezclarlo con el cobre (formación de precipitados).
En terrenos calizos las aplicaciones convencionales de Fósforo al suelo suelen
ser poco eficaces, siendo su rentabilidad normalmente baja, y solo a largo
plazo se obtienen resultados apreciables (Ferreira y
col., 1986). El coste del fosfato monoamónico en el año 2020 es de 0,8
€/ kg. Riqueza del 12% en N + 60% P2O5.
Tradicionalmente se ha recomendado que la fertilización potásica se realice solamente cuando el resultado del análisis foliar muestra unos contenidos en Potasio en hoja inferiores al valor umbral 0,8% sobre materia seca en muestreo realizado en el mes de julio, fundamentalmente en olivares de secano (Navarro, 2003). No obstante, en un trabajo realizado durante ocho años en Córdoba en un olivar de regadío muy productivo (Pastor y col., 2000), se obtuvo un aumento de producción superior al 20% como respuesta al abonado foliar con K realizado. Además, se observó que, con relación al control no tratado, los árboles abonados mantuvieron un mejor estado nutritivo en este elemento, superior al referido nivel umbral. Por tanto, es fundamental mantener niveles de K en hoja más bien altos (> 0,8%), ya que la recuperación de los estados de deficiencia severa de potasio es difícil de lograr, especialmente cuando se producen años secos o en suelos en los que:
• El
contenido de potasio
asimilable es bajo.
• El
contenido en carbonato
cálcico es
alto (complejo de cambio saturado de calcio).
• El
contenido en arcilla
es muy
alto, por lo que existe un alto potencial de adsorción y una escasa cantidad de
K disponible para ser absorbido por la planta.
Es especialmente importante prestar atención a los años de grandes
cosechas, en los que se producen altas extracciones. En estos casos, podría ser
muy recomendable realizar un abonado potásico que permita mantener altos los
niveles de K en hoja, lo que reducirá los riesgos de deficiencias.
En definitiva, las aplicaciones foliares pueden
ayudar a corregir las carencias de potasio en suelos calizos y arcillosos (tanto en riego como en secano),
y contribuyen a aportar a la planta una parte importante de las necesidades. Dichas
aplicaciones foliares suelen realizarse con nitrato potásico,
cloruro o sulfato potásicos, a
concentraciones de 1,5 a 2,5% p/v aplicadas en primavera,
verano y otoño aprovechando los tratamientos fitosanitarios (repilo y prays).
El coste del cloruro potásico en el año 2020 asciende a 0,365 €/kg,
riqueza 60% en K20.
Hojas con deficiencia en potasio (arriba) comparadas con hojas de
árboles con niveles adecuados (abajo). Imagen de VISTORINO VEGA ( IFAPA).
Esta lista permite, a base de abonos simples “monoelemento”, preparar tu abonado foliar
según los resultados del análisis foliar echo en julio. Es aconsejable incluir
siempre urea por las razones indicadas.
Existe una serie de elementos a los que normalmente se les atribuye una menor importancia que a los anteriores a la hora de programar la fertilización pero que, en ocasiones y debido a su deficiencia encubierta, pueden plantear problemas desde el punto de vista de la nutrición, pudiendo ser causantes de la falta de respuesta a la aplicación de otros fertilizantes. Hablamos de: boro, hierro, zinc, magnesio y manganeso. A la hora de programar la aplicación de todos estos elementos en un programa de fertilización, como primera aproximación es importante atenerse a los resultados de los análisis foliares, tomando en general la decisión de aportar los macroelementos Ca y Mg solamente cuando el nivel de estos dos nutrientes en hoja esté por debajo del adecuado, ya que en nuestros ambientes el agua de riego y el suelo suelen cubrir, con creces, las necesidades del cultivo
Boro
Se trata
de un elemento esencial para la planta pero puede resultar tóxico en
cantidades relativamente pequeñas, por lo que conviene tener cuidado a la
hora de realizar las aplicaciones. Es un elemento inmóvil en la planta, y es en
la época de floración cuando la planta tiene unas necesidades máximas de Boro.
Su deficiencia se manifiesta en corrimiento de flores que se traduce en una
excesiva producción de zofairones (frutos pequeñitos y redondos, sin
valor comercial). La corrección de la carencia de boro puede realizarse con aplicaciones
foliares unos 30 días antes de la floración o al inicio de la brotación, a
base de soluciones de una formulación comercial de borato sódico (20,8% B) al
0,5%.
La
carencia de Hierro (Fe) es frecuente en algunas zonas del olivar
andaluz, en particular en olivares cultivados sobre suelos muy calizos. El análisis
foliar no es eficaz para diagnosticar la deficiencia en hierro, ya que es
frecuente la acumulación de formas insolubles de Hierro en hojas cloróticas
debido a la escasa movilidad del Fe en la planta. Por tanto, el diagnóstico
de esta carencia deberá realizarla una persona experta en función de los síntomas visuales, o mediante
medidas del contenido en clorofila en hojas. En su defecto, también lo podremos
llevar a cabo mediante determinaciones del índice SPAD, índice muy fácil
de medir que, una vez calibrado, nos puede dar una valiosa información sobre el
contenido de clorofila en hojas y probablemente sobre la existencia de clorosis
temporales, inaparentes en ciertas épocas del año que también pueden afectar a
la producción del olivar como se ha demostrado experimentalmente.
Las aplicaciones foliares con compuestos de Hierro
proporcionan unos resultados poco satisfactorios en general, debido a que son
muy poco persistentes en el tiempo (descomposición por la luz) y exigen continuas
aplicaciones para mantener el árbol permanentemente verde,
por lo que no son generalmente recomendables.
Para la
rápida y eficiente corrección de la clorosis férrica se recomienda el empleo
de quelatos
de hierro o,o Fe-EDDHA aplicados en fertiirrigación, en olivar de regadío, o
inyectados al tronco o al suelo en las
proximidades
del tronco, en olivar de secano. También se puede
corregir aplicando vivianita. Esta aplicación es mucho más barata que la
aplicación de quelatos de hierro y de ella hablaremos en otro artículo .
Los suelos alcalinos,
en los que el zinc no se encuentra en forma asimilable, pueden ocasionar
deficiencias de Zinc (Zn). Los excesos de Fósforo y de Nitrógeno en
el abonado pueden llegar a inducir carencias de Zinc, aunque éstas no
suelen ser muy frecuentes porque este elemento suele encontrarse en el suelo en
suficiente cantidad.
Dado que
la deficiencia de Zn puede afectar al crecimiento, su corrección debe
hacerse a principio de primavera, repitiendo después la aplicación en varias
ocasiones. La corrección de la deficiencia de Zinc debe hacerse mediante aplicaciones
foliares empleando Zn quelatado con EDTA o DTPA, u
otros agentes quelantes como ácido lignosulfónico, poliflavonoides, etc. La
mezcla del Zn- EDTA con el sulfato de zinc puede resultar muy
eficaz empleando la dosis que recomienda cada fabricante. También se puede usar
sulfato de zinc. Su coste, en el año 2020, es de 1,2€/ kg.
La deficiencia en Magnesio puede ser inducida por altas concentraciones
de Potasio, Calcio y Amonio en suelo, al ser el Mg peor competidor que
el resto de iones. No obstante, la corrección de la deficiencia en Mg puede
realizarse mediante pulverización foliar con sulfato de magnesio (epsomita
del 25%), por ejemplo, a dosis de 0,5 – 0,7 %. El nitrato de magnesio (11
% N + 15,3 % MgO) a una concentración del 0,5 - 0,7 % puede ser igualmente
eficaz. En el año 2020, el precio del del sulfato de magnesio es de 0,285 €/ kg.
Manganeso
La
corrección de la deficiencia en Mn se ha conseguido mediante
aplicaciones foliares de sulfato de manganeso a concentraciones de
0,15-0,20%, realizadas en otoño y primavera. Su mezcla con una sustancia húmica
(lignosulfonatos, por ejemplo) o un quelato (EDTA o DTPA) puede
ser interesante en este caso, ya que mejora la eficacia. El precio del sulfato
de manganeso en el año 2020 es de 0,99 €/ kg.
Los nutrientes deben estar en su forma
soluble para que la planta sea capaz de absorberlos. El pH afecta la
solubilidad de los nutrientes y a su interacción con otros componentes en el
agua. Generalmente, un pH ácido mejora la
penetración de nutrientes a través de las superficies de las hojas. Además, el
pH afecta a la absorción de los nutrientes.
Por tanto,
es aconsejable hacer los tratamientos foliares a pH 5,5 - 6. Para regular el pH
del caldo de la cuba debemos medirlo con papel de tornasol y regularlo con ácido
nítrico a pH 6, si fuese necesario. El coste del ácido nítrico en el año 2020 es
de 0,4 €/ kg.
Rollo de papel de tornasol para poder medir el pH del líquido de la
cuba
Forma de elaborarlo:
cortar un pedazo de papel de tornasol de 5cm. Con las manos limpias, coger una
muestra del líquido de la cuba con los productos depositados, excepto los
aminoácidos que por tener color negro pueden afectar y además como son orgánico
y, por tanto, no afectan para el pH. Introducimos la punta del papel en la
muestra y extraemos la punta del papel mojada. Ésta modificará su color según
el pH del líquido. Por último, compararemos nuestra muestra con la escala de
colores que tiene el envoltorio. El precio del rollo oscila entre los 2€ y los
4€.
Las cantidades de macronutrientes que pueden ser
suministrados en aplicaciones foliares son limitadas y no pueden cumplir con
todos los requerimientos nutricionales del cultivo. Una de las ventajas de la fertilización foliar
es la rápida respuesta de la planta a la aplicación de nutrientes. Así, la
eficiencia de la absorción de nutrientes se considera que es 8-9 veces mayor
cuando se aplican nutrientes a las hojas, en comparación a los nutrientes
aplicados al suelo. Por ejemplo, en un pH alto de suelo, la disponibilidad de
micronutrientes se reduce considerablemente.
Dosis limitada
Las cantidades de macronutrientes que
pueden ser suministrados en aplicaciones foliares son limitadas y no pueden
cumplir con todos los requerimientos nutricionales del cultivo.
Fitotoxicidad
Aplicando altas concentraciones de
nutrientes por rociado foliar, podría resultar quemaduras en las hojas debido a
que el agua se evapora y las sales permanecen en las hojas.
Uso de surfactantes/tensioactivos
Los surfactantes y/o tensioactivos aumentan
la retención de la solución de rociado mediante la reducción de la tensión
superficial de las gotas. Por lo tanto, contribuyen a una cobertura más
uniforme del follaje.
Diseño a medida de un
programa de fertilización foliar de una parcela de olivos
1-
Es necesario realizar en julio el análisis foliar.
2- En base a los resultados del análisis, se programa con tiempo los
productos químicos necesarios y específicos para corregir las carencias o para
mantener los niveles como complemento al abonado de fondo.
3-
En la tabla número dos aparecen las riquezas de cada elemento. Se
aconseja analizar tanto las cantidades que se aportan como los precios en
comparación con otras fórmulas multielemento que existen en el mercado. Se pueden aprovechar los tratamientos de
repilo y prays para el abonado foliar. El fosfato monoamónico es incompatible
con el cobre.
Sin tensioactivos ----------------------- Con
tensioactivos hay mayor
El tamaño de la gota influye en el % de superficie de hoja cubierta
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